Iba a empezar mi primer
blog con la historia que envolvió a dos chicos en una de las masacres más
terribles que vivió un país. Luego lo hago.
Tenemos que situarnos en
agosto del 2014, año en que empecé como practicante en una agencia de turismo.
Empezaba con todas la
"ganas", sobre todo de culminar las horas que me pedía el instituto
para sacar el título (que aún no saco). Conforme pasa el tiempo me han ido
enviando a capacitaciones y en esas invitaciones sacamos a relucir lo pequeño
que es el mundo; agentes de viajes que conocen a otros agentes de viajes,
suelen comenzar sus charlas como:
- Hey! Julieta (inventemos nombres), amigaaa, ¿cómo has estado?
- Hola, Fátima, bien amiga, estoy en mi propia agencia, que yo he creado (¿Cómo te quedó el ojo, eh, Julieta? Sigue trabajando para Cóndor travel, esclava).
- Las cosas han cambiado desde que te fuiste, ahora soy la mano derecha del gerente (es sarcasmo, Julietita, sólo para que sepas que eras mi piedra en el zapato)
Y así blablablá. Tal vez
exagero pero sería buena serie "Lo que callamos las counter" (un
simpático muchacho ideó el título). A las justas he llegado a decirle la hora a
una señora que comía unas galletas de avena a mi lado en el Marriott.
De todas la invitaciones
que nos hicieron, me gustó una de Promperú y una en el Belmond, donde conseguí
que me retrataran como una caricatura y salgo más bella en ella que en persona,
puaj!
Por ahora, sólo alucino
cómo salir de aquella agencia y sobrevivir a la renuncia de mi compañera que en
pocas semanas se va y me deja toda la chamba a mí. En fin, creí que iba a ser
más largo pero es hora de dormir.
-
VaGo
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