
Cada quien traía consigo su mundo, sus ideas, sus pensamientos y por
nada del mundo iban a exiliarse para un acoplamiento de agrado y madurez, era
la forma de ser de cada quien, con todos sus defectos y ademanes, la cultura o
la ignorancia que cargaban a cuestas, esa era la nueva amistad que se estaba
formando entre ella y el. Dos chicos que con una década de diferencia
pero la memoria y los recuerdos se reflejaban en el mismo
tiempo.
Hoy en día la amistad se ha hecho cada vez más fuerte y más
extraña llegando al abismo de ser cuatico, pero no vulnerable,
aunque muchas ocasiones se limitan a decir
sentimientos emociones para no criticarse entre sí, ella con todo
su esplendor no tiene reparo alguno y el por
su vía es más apacible pero no considerado en el momento de ser
directo o recto en sus opiniones sin importar que sea una dama. Los
comentarios son más altisonantes, crudos, tanto que pareciera que se escribiese
un guion para un documental de Europa central, frívolo y
calculador.
Entre ellos comparten casi todo, el día, los comentarios mal
intencionados, las risas, los documentales, los libros, la comida en
algunas ocasiones, la música (parte importante) en su vida que
es como la melodía que nunca se quitan del oído para andar
y hacer de su día uno mejor que el anterior. etc.
Resumiendo
el círculo cerrado que ambos comparten en sus cerebros no cabría uno más para
ser el triángulo accidentado de sus vidas, son celosos y muy posesivos con sus
ejemplares. Así es la relación amical de Barbie y Ricky. Hasta que la frontera
los separe.
Olav Alcántara.
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