sábado, 20 de mayo de 2017

TRANSPORTANDO UN LIBRO

          Érase una mañana cualquiera en la ciudad gris y friolenta de lima, época de otoño pero donde el bochorno no abandonaba por nada, en un bus clásico corredor de la línea metropolitana de Lima, en los últimos asientos me encontraba yo, escribiendo los últimos apuntes de mi capítulo final de mi novela o serie como quieran llamarle, pero a dos metros más atrás se hallaba un chico de tés clara y sentado en el suelo del mencionado a lado de dos personas que no tenían que ver con su mundo ni su edad y mucho menos con su habito que se puso a leer, de manera muy amena y cómoda – como si nadie existiera y menos alguna crítica valorativa de su forma de estar- al menos eso mostraba, me tocaba pocas cuadras para bajar y me di cuenta, pero no baje sin antes tomarle una fotografía, al parecer el muchacho se mostró avergonzado por que aunque lo hiciese con disimulo el logro darse cuenta que estaba enfocándolo, no podía dejar de hacerlo porque me enorgullecía que alguien leyera y lo tuviese de habito. 

Leer un libro te transporta, te sumerge, te embriaga, te hace ver un mundo diferente y entrar no solo en el personaje sino vivirlo; podrá ser la enésima vez que escribo sobre un libro, lo que veo en las calles o lo que significa unas hojas impresas que marca mucha alegría y entusiasmo que, se muestra de una forma desorbitante que no puedo controlarlo. 

Sigamos transportando un libro, hace que nuestros días sean más gratos y acompañados por mentira que parezca, ellos son los únicos amigos que tenemos en un viaje o en un propio espacio no lo abandonemos y contagiemos ese espíritu a los demás, que los olores a sus hojas impresas nuevas o viejas sean una buena conexión del autor con el lector.


Olav. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario