“Me
cago de sueño” – escrito en la lápida de Boba.
Con
tan solo 36 años, su mundo se había acabado.
Le
delegaban responsabilidades que no tenía por qué hacerlas. Su jefe, quien
acababa de cumplir 59 años hacía de ella lo que a él le apetecía y no apreciaba
el desempeño, desenvolvimiento de ella durante los 06 años brindados para su
compañía. Su primera vez… qué va! Primer trabajo que obtuvo fue en la agencia
de Mr. Ególatra y quién diría, también la última.
Ególatra
por su parte, nunca consideró aumentarle el sueldo o hacer algo sabiendo que
ella era su única trabajadora y quién le aguantó por tantos años el dilema de
todo hombre casado. Los trabajadores iban y venían en la compañía pero Boba,
fiel a su trabajo se quedó con la esperanza de que la ascendiera.
Boba,
sentía un atisbo de esperanza que algún
día él viera el ímpetu con el que ella llevaba adelante la compañía.
El
amorío entre estos dos seres imperfectos, comenzó cuando ella cumplió 01 año en
la compañía, luego para celebrar, él la llevó al Restaurante “Te llevo a comer
para luego comerte”.
Ficho
restaurante de La Fontin, distrito carero. Antes de llegar al restaurante, la
llevó a cambiarse de atuendo.
- La hermosa joven tiene que estar presentable para esta velada.
- “La hermosa joven” se siente cómoda con su blusa roja y falda negra, gracias.
- ¡Un vestido! Rojo, ¿qué te parece?
- Estoy bien, Sr. Ególatra.
- Rojo será, te resaltará los pechos.
Al
llegar, Ególatra, presumió su lujosa vida ante ella y ella por su parte no
quedó anonadada. Simplemente escuchaba atentamente toda la verborrea de su
entonces jefe.
Terminando
la velada, él quiso dejarla en su casa pero para no sentirse más comprometida,
Boba decidió que la dejara en el paradero. Ególatra, para callarla la besó con
fuerza, apretándole la espalda para que se dejara llevar.
Ella,
creyó tontamente que si no se inclinaba a esa propuesta con lengua jamás sería
considerada en la empresa o lo más fatal, que sería despedida.
También
creyó, cojudamente, que si le decía para ir a su casa o a un hotel iba a ser
ascendida por ser la primera empleada/ imbécil en abrirse de piernas.
La
noche concluyó con los en el carro, ya que él no quiso pisar un hotel para
satisfacerse por una noche, una mugrienta noche con la nueva cojudita, como la
llamó 5 días después desayunando con su hijo mayor, Polo.
Para
milagro de estos dos asquerosos, la oficina nunca se enteró y eso que tenían
relaciones en el baño, escritorio de sus compañeros, etc. Incluso el personal
de mantenimiento se preocupó porque cada día encontraba roto un palo de escoba.
Estarán penando, dijo el pobre hombre.
La
tarde del sábado, luego de salir de la oficina y trabajarlo al jefe, Boba se
fue por un café americano. Es que el escritorio del jefe, por ser de metal, le causó
escalofríos en el poto a la pobre joven.
En
el café “Lleve caliente pa’ que se caliente”, trabajaba Polo, el hijo
mayor de Ególatra. Ególatra, quiso que Polo trabajara para él pero Polo salió
con una gran y cierta excusa. No podemos tener a nuestro ser querido tan cerca,
terminamos hastiándonos y peleados de tanto contacto.
Boba,
al tener su café pensó por un instante en tomárselo saliendo de la tienda pero
decidió quedarse y relajarse del día nublado.
Por
su lado, Polo ya estaba por terminar su turno y fue a la terraza a fumar un
pucho, luego se preguntó, ¿Qué imbécil sale a tomar café en una terraza con
este frío de mierda?, ella levantó la mano. Boba escuchó esa impertinente
pregunta, para suerte de Polo, Boba estaba de buen humor luego de tirar con el
viejo de Polo.
Él
se le acercó para disculparse y desde allí comenzó una relación amical-sexual.
Amigos con derechos como lo llaman ahora. Polo, no sabía que ella trabajaba
para su padre, solo que trabajaba para un ser despreciable y que al no
encontrar goce en su vida marital, se satisfacía con ella. Ella mencionaba que
lo hacía por pena pero Polo, intuía algo más en ella y nunca le creía.
Conforme
pasaban los días y años, Boba, encontraba en Polo a alguien a quien contarle absolutamente
todo. Polo, nunca sintió gran interés por ella, solo se embobaba por su buen
cuerpo y la tez tan limpia que ella llevaba.
Año
nuevo llegó y la verdad transcurrió en la noche, Ególatra realizó un gran agasajo
en su casa, bueno, en realidad la empleada de este. Su esposa Mirinda, era una
mujer bella a sus veintitantos, cuando dio a luz a Polo, fue que la pobre mujer
fue decayendo, se deprimía por no recuperar la cintura que solía tener. Con esos
acomplejamientos y todo, Ególatra la amaba más que a nada en el mundo pero no
podía acercarse a ella debido a su depresión y el miedo de ella de volver a
verla desnuda después de 35 años, la edad de Polo.
Ese
día, Polo llevó a su mamá a conocer a Boba. Al instante se cayeron bien, como
si se conocieran de toda la vida y la invitó a la gran gala que iba a acontecer
esa noche.
Boba,
no sabía qué vestir y optó por ponerse el vestido rojo que Ególatra le compró. Polo pasó por ella a las 5 de la tarde. De
verdad que ese vestido le hacía resaltar los pechos y Polo se lo hizo notar.
Sin
roche, se subió al auto y fueron hacia la casa de Ególatra. Boba nunca tuvo
encuentros con el padre de Polo en su casa, siempre fue en el carro de este,
por obvias razones nunca la llevaba a su casa y tampoco iban a la de ella
porque vivía en el fin del mundo.
Boba,
se quedó tonta y asqueada ante tanta galantería, se preocupaba ver cientos de
botellas de vino en la vitrina y que nadie las beba.
Polo,
quiso presentarla como su “señorita enamorada” ante su padre pero por alguna razón
el encuentro no se dio hasta la noche que empezó la fiesta. La verdadera
fiesta.
Mirinda
por otro lado, se embriagó, llorando mostrando fotos de cuando era joven a sus
familiares y amistades que estando aburridos porque todos los fines de año ella
hace lo mismo.
Boba,
salió a prender un cigarro. Ególatra hizo lo mismo y sin saber que Boba estaba en el mismo lugar, le pidió fuego a la
señorita del vestido rojo. El notó cierta similitud con el cuerpo de aquella
dama y el de Boba, de verdad lucía radiante con ese vestido.
Entonces,
fue que Boba voltea para decirle que no le quedaba más gas. Ególatra al darse cuenta, tuvo la
misma expresión cuando vio a Polo teniendo relaciones en su cuarto con la maestra de Historia Universal cuando este cursaba el 4to año de secundaria.
Boba,
por su lado sintió satisfacción al verlo. ¡Qué linda noche toca hoy, eh! Le dijo
mientras Ególatra no salía del asombro.
Desde
adentro se escuchó a Mirinda, borracha hasta el tuétano llamando a gritos por
el micrófono a su marido.
- ¡Ególatra, amor de mi vida! ¿Dónde has ido a parar? – Gritaba sollozando
- Happy birthday, Mr. President – Boba aludiendo ser Marilyn Monroe
Ególatra,
fue corriendo hacia el interior de la casa donde cientos de sus amigos, familiares y Mirinda sostenían un cartel que decía:
¡Quiero el divorcio, viejo de mierda!
Ególatra, en su rabia no lo pensó más y sacó el revolver que tenía en el saco y con 5 disparos terminó con las vidas de Polo,
Mirinda y Boba. A Boba por pasarse de pendeja con el jefe le tocó 3 disparos, a Mirinda y Polo pues 1 cada uno en la cien.
En
estos casos se puede decir que el tiro les salió por la culata.
…
3, 2, 1. ¡Feliz Año Nuevo!
-VaGo
Hola VaGo, muy hilarante el escrito la verdad e interesante, algo ideológico para ser cierto pero parodico para lo que la vida se burla de vez en cuando del circulo familiar y la carne de lo que es la carne, por eso tuvieron el final que se merecían ya que no aportaban nada a su vida. felicitaciones!!!
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