Mi
mente empezó a divagar al instante que creé el título. Así que dejo esto por
aquí si te interesa leerlo a profundidad algún día comiendo por la noche tu
cereal con yogurt sabor vainilla francesa.
Es
difícil empezar esta carta con un hola o algo significante para ti; te conozco
tan bien que me da miedo y bueno, a ti te aterra.
Nuestro
deseo de no ser padres se impregnó tanto en ambos que mucho de nuestros amigos
nos envidiaban. ¿Y es que acaso acertamos en esta decisión? Espero que sí
porque no se me viene la idea que un hijo nuestro nos deje en un asilo para
quedarse con nuestra fortuna.
¡Qué
va! Mi única “fortuna” serán mis cientos de películas y los tuyos los libros de
James M. Cain.
Podemos
hablar estupideces todo un día sin cesar, que nuestros vecinos golpeen la
puerta rogando que bajemos el volumen de la música o de cuando tiramos y
asustamos a sus hijos.
Mi
amor, te agradezco tanto que no te acuerdes ninguna fecha en especial porque la
verdad es que yo también soy pésima en recordarlas. Si nos conocimos tal día,
ni lo recuerdo.
Aprecio
que soportes mi comida, picante de carne con tallarines que es lo único que sé
hacer.
Estás
tan metido en tu chamba, que me encanta que no tengas mente para nada más que
en ello. Que ames más a tu profesión de lo que tú me amas a mí y ni me
enfurezco porque yo también lo hago.
Algún
día hablamos de casarnos pero no va con nuestro carácter y no me alucinas ni tan
maquillada ni tan natural y usando vestido blanco porque dejé de ser pura
contigo. Me enseñaste cosas que no puedo escribirlas aquí (lo digo por si algún
adolescente se atreve a leer esto).
Fuiste
el sexólogo que nunca tuve, que casi nadie tiene y que me ayudó a explorarme.
Cuando
leas esto por favor no te lances a mí como Rachel McAdams a Ryan Gosling en The
Notebook. Estás gordo y no podría cargarte como Patrick Swayze a Jennifer Grey en
Dirty Dancing.
No
espero de ti bombones o cursilería alguna, con unas gracias y un beso en la
mejilla me conformo y no te dedico ninguna playlist porque te inclinas más al
metal y balada metalera no existe hasta donde sé.
Me
enteré por tu nuevo amante que van a adoptar unos niños de Somalia, maldito narcisista,
siempre supe que te encantaban los niños, si se te caía la baba por tu sobrina
o tan solo ver a una madre dándole de lactar a su crío. Carajo, debí darme
cuenta en seguida cuando me preguntaste que qué sentía tener tetas.
Te
extraño a veces, cuando acomodo la cama tu almohada desprende tu perfume Homem
de Natura.
En
conclusión dizque amor de mi vida, no debiste engañarme con mi mejor amigo pero
me di cuenta con el paso de los tiempos, contigo en especial, que siempre he
sentido una atracción por los homosexuales. No por algo siempre me encantó
Ricky Martin.
-VaGo
No hay comentarios:
Publicar un comentario